Hoy os vengo a hablar de un asunto que aunque parezca muy
lejano o que no tenga relación alguna con nosotros, lo tenemos más cerca de lo
que creemos. Se trata de las minas de coltán del este del éste Congo. El coltán es un mineral con el que nos cruzamos necesariamente todos
los días, incluso diría que lo tenemos cerca en todo momento. Pues este se
encuentra en los teléfonos móviles y en otros aparatos tecnológicos ya que es
esencial para su fabricación. Si no fuera por él, no tendríamos hoy día las
comodidades que los teléfonos móviles nos facilitan. Con ellos podemos
comunicarnos con personas a miles de kilómetros incluso en la otra punta del
mundo, también lo utilizamos para usar las redes sociales y para informarnos de
las ultimas noticias que acaecen en el mundo.
¿Pero a qué precio? Resulta
curioso ver cómo podemos usar nuestros móviles para comunicarnos con el mundo,
pero rara vez conectamos de verdad con la realidad, y seguimos usando nuestros
móviles sin saber literal y metafóricamente lo que hay detrás de ellos, las
consecuencias de nuestro continuo uso de móviles. Y aunque esta injusticia no
sea culpa nuestra directamente, sino de aquellos que se benefician de su
comercio, o más bien de aquellos que recurren a la explotación de personas
inocentes, adultos y mayores y niños, deberíamos siquiera ser conscientes de
esta penosa situación. Por eso os dejo este post, para que sea hoy motivo de
reflexión, o quizá sólo para que este tema no pase desapercibido, para alzar la
voz en nombre de aquellos que no pueden, o no han podido y no podrán.
La extracción de este mineral tan codiciado provocó, allá
por 1997 un conflicto interno en el país que ha perdurado hasta nuestros
días. El ejército ruandés, con el
pretexto de proteger a la población tutsi del Congo, invadió el país, pero su
verdadero objetivo era el control de los grandes yacimientos minerales que
posee la zona y principalmente de Coltán, que despertó la
codicia de los países vecinos como Ruanda, Uganda y Burundi. Se disputan el control de las minas para beneficio
propio creando así una guerra que se ha cobrado más de cuatro millones de vidas,
y que ha llegado a alcanzar una cifra de mil asesinatos al día, violaciones y
abusos que han pasado desapercibidos
frente a los ojos cerrados de los países occidentales.
Por no hablar de las
hambrunas que han existido y existen en muchas regiones del Congo que a demás
soporta una deuda interna casi insostenible. Por si fuera poco, es uno de los
países más ricos, siendo la Cuenca del rio Congo la segunda selva más
importante de la tierra, y la cual está sufriendo una importante pérdida de
biodiversidad.
Hoy día el control sobre estos territorios lo ejercen principalmente
dos países, en primer lugar Ruanda que tiene ocupada la región de Kivu, junto con
Uganda que controla a su vez parte del noroeste congoleño. El dinero que se
obtiene de la venta del mineral se destina a las guerrillas, lo que lleva a un
penoso círculo vicioso. Tanto Ruanda como Uganda han establecido alianzas
comerciales de carácter estratégico y militar con las principales economías de
occidente para traficar con los minerales.
En 2001 la ONU propuso una solución para acabar con la
situación de guerra, la declaración de un embargo en la zona tanto de armas
como de las importaciones y exportaciones de oro, diamante y coltán sobre los
países invasores. De la misma forma, proponían sancionar tanto a los países
como a las empresas que incumplieran con el embargo. También aconsejaba una
congelación de los activos financieros de los movimientos rebeldes (aliados de
los países invasores) y sus líderes y que se estableciera un proceso de certificación
de origen del diamante, oro y coltán. Pero este intento fue muy poco efectivo, y
en el Consejo de Seguridad no se llegó a ningún acuerdo para adoptar otras más
influyentes. Más bien al contrario, hoy día
en occidente, existe un complejo entramado empresarial
convenientemente diseñado para el reparto del botín. Los principales
integrantes del complot, aunque no los únicos, Estados Unidos, Bélgica,
Alemania y Kazajistán y las algunas conflicto, sustentado igualmente por el
comercio ilegal de diamantes en las zonas del país controladas por el Gobierno.
No son pocas las empresas que se nutren de las variadas
derivaciones del coltán: Alcatel, Compaq, Ericson, HP, Motorola, Nokia, Siemensa las que habría que sumar otras muchas empresas importantes.
La ambición por el dominio del mercado de coltán ha dividido
también a la propia sociedad congoleña. Ninguna de las dos partes de la
guerrilla está dispuesta a ceder ni un solo centímetro de terreno. Por ejemplo,Somigl entrega al movimiento rebelde RCD (Reagrupación Congoleña
para la Democracia) diez dólares por cada kilo de coltan, y lo revende a 300
dólares o más en Londres.
Uno de sus mejores clientes es la compañía alemana Starck (subsidiaria del monopolio
químico-farmacéutico Bayer), que produce el 50% del tántalo en polvo del mundo.
Pero además es éste un espacio plagado de contrabandistas, porque la mayor
cantidad del coltán sale de África de contrabando, aunque sus ganancias no vuelven
como beneficio para el pueblo africano, sino en armas para los grupos rebeldes,
que mantienen enmascarada la situación de inestabilidad en la región.
Para concluir este post os voy a dejar aquí un vídeo documental
que cuenta un poco la situación del Congo con respecto a estas injustas guerras,
y que os puedo asegurar no dejará indiferente a nadie.
Otros vídeos que he visto interesantes relacionados son: Diamantes de sangre, Ruanda, horror sin fin, y El imperio de las esmeraldas.